Sin embargo, son estos mismos atractivos los que pueden ser, en algunas ocasiones, perjudiciales. La fascinación que les provoca el ir de un lado para otro con un simple movimiento de dedo puede generarles una curiosidad casi compulsiva. La inmediatez con que se ejecutan los cambios de rumbo dentro de la red, les crea la necesidad de una urgente gratificación y de una constante retro-alimentación. El no obtener esto de forma satisfactoria puede provocarles ansiedad y nerviosismo.
Otros factores de riesgo que no debemos menospreciar es que puedan acceder a contenidos y materiales gráficos no aptos para niños -sexo, violencia, drogas¿-. Debemos también advertir a nuestro hijo sobre los peligros que puede conllevar el hecho de que, por inconsciencia, facilite información personal o de la familia a otro usuario en ocasión de un encuentro por chat, u otra vía. Por último, si estáis suscritos a algún sitio de Internet - en especial si son sitios de contenidos no aptos para niños- y regularmente recibís sus Boletines por correo electrónico, tratad que vuestros hijos no tengan acceso a ellos.
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